Los pensamientos son inherentemente íntimos por lo que el título es una redundancia en sí mismo, pero esa es la idea, redundar, darle vueltas en la mente a asuntos de la vida que pueden llegar a ser importantes o que no tengan ninguna importancia. Por eso tenemos esa capacidad de procesar ideas en nuestra mente, aunque no lleguemos a nada. Esta es la idea básica de estos pensamientos íntimos.
Cuando uno intenta escribir los pensamientos que pululan entre los circuitos neuronales sin ton ni son, ponerlos en orden, darles forma y ponerlos en blanco y negro se evaden tan rápidamente como aparecen, huyen de la conciencia para volver a su seguro inconsciente y quedarse ocultos entre el flujo de manifestaciones externas que se introducen al cerebro por todos los sentidos del cuerpo.
Cogito ergo sum como diría Descartes, aunque probablemente él lo pensó en francés como Je pense, donc je suis, si el pensar es tan errático, entonces el existir también lo sería. Por consiguiente nuestros pensamientos íntimos deberían poder expresarse en nuestra existencia diaria, que es lo que aquí quiero expresar; pero si pienso, por lo tanto existo, entonces mi vida es tan errática como mis pensamientos.
Aquí es donde nuestras clases de filosofía se vuelven hacia nosotros como fantasmas del pasado para ayudarnos o para asustarnos, para alejarnos de nuestros propósitos de autoconocimiento o para ocultarnos bajo la neblina del existencialismo, rerum in memoriam, philosophiam expresam.
¿Los escritores como Jules Verne inventaron lo que escribieron o vivieron los eventos que narraron? esa es una pregunta que se transmitió entre mis neuronas después de haber leído la versión inglesa de 20,000 Lieues sous les mers, que planeo leerla en su original para buscarle tres pies al gato del traduttore. Los escritores plasman sus pensamientos en la obra que escriben y los estudiosos de la literatura le buscan tres pies al gato de los escritores; pero, a menos que uno sea un personaje con un coeficiente intelectual fuera de lo comun, pienso que esas historias no vienen del cogito sino de cogitationem de aliqua re suscipere, ponerse a reflexionar sobre algo.
Pero al estudiar un poco más el latinazgo de cogitatio (onis) se atraviesa el asunto de que también puede significar, además de pensamiento, imaginación, reflexión y meditación y eso complica el asunto de si los escritores imaginan su historia o ¿solamente la piensan, meditan o recuerdan? merde!
Es decir, lo que pensamos es una reflexión de lo que vivimos, y lo podríamos tomar desde las dos acepciones que tiene la palabra reflexión, el considerar detenidamente algo, o reproducir ese algo en el pensamiento y el efecto de escribirlo para hacer una historia.
Es un círculo sin fin, y antes de terminar esto pienso (luego existo) que todo lo que tiene o no fin es que tuvo un principio. Si todo esto que he escrito en estos pensamientos íntimos hubiera sido escrito por un personaje como Descartes, Nietzsche o Sartre serían analizados por las escuelas y academias de todas partes; no quiero darme humos de filósofo porque supongo que mi subconciente sacó estos pensamientos del fondo del baúl que fue alimentado en mis épocas universitarias por los escritos de los susodichos. Pero si esto lo hubiera dicho algún personaje con problemas mentales le hubieran aumentado la dósis de Haldol o algún otro antipsicótico más nuevo y hubieran apretado un poco más la camisa de fuerza.
Los dejo para que piensen de dónde provienen sus pensamientos y me digan su opinión.
Salutem,
Wednesday, October 15, 2008
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