Wednesday, January 16, 2008

Teotihuacan y Quetzalcoatl

Las antiguas piramides que existen en distintas partes del planeta le presentan al observador comun la idea de ser construcciones casi imposibles de hacer; hacen que cuestionemos las actuales formas de construcción de edificios, casas y puentes como obsoletas y poco duraderas. Uno se pregunta, ¿cómo lograron mover semejantes tamaños de rocas para darle forma a una piramide? ¿Por qué la disposición muestra posiciones de las estrellas? ¿Cómo sabían la existencia de algunas estrellas o planetas en el firmamento si no se alcanzaban a ver desde la tierra si no se utilizaba algún telescopio de alta potencia?

La "ciudad de los dioses", Teotihuacan, nos habla desde sus semidestruidas construcciones, casas y piramides de una gran ciudad, de una gran civilización perdida en las penumbras del tiempo, de cuyos habitantes tenían un conocimiento de nuestro sistema solar que los estudiantes de nuestro tiempo vagamente poseen. Una piramide de la Luna con las construcciones que muestran sus fases alrededor de una explanada que representa la tierra y una avenida frente a la piramide que representa la Luna nueva, cuando no vemos la luna.

Cuando visites, amable lector, este impresionante lugar, ve y sientate en el centro de esa explanada y sigue las fases de la luna hasta llegar a ver la construcción de bloquea la vista a la gigante Piramide del Sol; ¿qué te dice eso? Oh un eclipse solar. Y luego nada, la avenida de los muertos (de acuerdo a como le pusieron los arqueologos al lugar) que se extiende hacia el frente y que pasa frente a la Piramide del Sol, y poco más allá la piramide de Quetzalcoatl, la serpiente emplumada.

Dice la historia que Quetzalcoatl era un dios que vivía entre los humanos, que les había enseñado a pulir las piedras preciosas, y otras artes necesarias para la supervivencia. Extrañamente, a diferencia de los nativos teotihuacanos que ahí habitaban, el dios de la serpiente emplumada era un hombre blanco, rubio de ojos de color azul y una poblada barba.

Quetzalcoatl viajaba continuamente en su bote "volador" y desaparecía por días, unos dicen que para visitar otros lugares otros dicen que para ir a la morada de los dioses más allá del horizonte. Casualmente, más al sur de este lugar, allá por el área de Yucatán, se conocía a un dios que en la lengua local le llamaban Kukulcán, que casualmente significaba, si, adivinó, la "serpiente emplumada", su descripción física, rubio con ojos azules como el agua.

Dice la leyenda que un día el shamán y sus compinches en el poder estaban celosos de que el conocimiento del dios y todas sus enseñanzas estaban debilitando su poder ante el emperador y el pueblo por lo que se confabularon para quitar de enmedio al extraño dios. Pensaron en envenenarlo, pero la gente se iba a enterar que habían sido ellos, matarlo en alguna disputa tampo era viable, tenían que obligarlo de alguna manera a salir de ahí sin ser castigados por las autoridades así que diseñaron un plan que bien podía funcionar ya que el mismo dios les había enseñado a ser honestos y no violar las leyes del imperio.

Un día los conspiradores realizaron una fiesta dizque para festejar el tiempo de estadía del dios en el lugar. Todos tomaron del famoso aguardiente del lugar que era suave y dulce al paladar pero que obscurecía la razón que fue lo que finalmente le ocurrió al dicho dios quien no hizo más que caer dormido totalmente ebrio. A la siguiente mañana, con un fuerte dolor de cabeza vio que yacía a su lado a la joven hija del emperador, una hermosa joven soltera que fue engañada por los conspiradores para que se acostara con el dios.

La embriaguez de Quetzalcoatl había sido tanta que no pasó nada en la habitación, pero el pensó que se había aprovechado de la virginidad y pureza de la joven, por lo que avergonzado salió del lugar y se subió a su bote casi sin despedirse de nadie, diciendo al shamán que era el conspirador principal que algún día regresaría.

La historia es bastante interesante, pero otros dicen que salió del lugar porque vio venir una gran catástrofe, que trajo oscuridad durante varios meses al lugar. Grandes nubes cubrieron la tierra durante un buen tiempo, lo que hizo que se perdieran las cosechas, y hubiera una gran hambruna que provocó la muerte de una gran parte de la población. Después de que se despejaron los cielos apareció en el horizonte de la mañana una estrella que antes no se encontraba allí, dice esa otra leyenda; al parecer fue cuando apareció el planeta Venus por primera vez en el firmamento de la mañana y el pueblo dijo que era el bote de Quetzalcoatl que algún día bajaría a vivir de nuevo con ellos.

Pues bien, ahí en Teotihuacán vivió Quetzalcoatl durante un buen tiempo hasta que se fue del lugar. El quetzal es un ave de ahí lo emplumado, y coatl significa serpiente de ahí la serpiente emplumada. Lo raro es que el Quetzal es un ave de zona tropical más baja que de Teotihuacán, por lo que es cuestionable el nombre dado al dios.

Esos son misterios que se han ido creando a través del tiempo.

Salutem,

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